Eran los hijos legítimos del Inca habidos en la Coya. Los vástagos nacidos de una Pihua o Esposa secundaria, tenían condiciones de bastardos. Todos eran príncipes de sangre real, aunque en orden descendiente desde el punto de vista jerárquico.
Los príncipes y las princesas incas
Los príncipes legítimos tuvieron distinto título de acuerdo a su sexo estado.
Los príncipes solteros eran llamados “Auquis” y los casados “Incas”, tomando el nombre como apelativo genérico de la casta. En cambio, como apelativo específico, fuera soltero o casado, el príncipe heredero seguía siendo el “Auqui”, título que personificaba tanto al sucesor del Tahuantinsuyo.
Las princesas solteras eran las “Ñustas” y las casadas las “Pallas”, aunque por extensión genealógica también se prodigaba tales tratamientos a las mujeres de la nobleza de sangre.
Lo evidente fue que si por un lado el Inca reinante designaba a uno de sus hijos legítimos príncipe heredero; para que con el tiempo ciñera la mascapaicha, y fundara su linaje propio; por el otro nombraba a un segundo vástago para que se hiciera cargo de su real “Panaca” el día que su vida se acabara.
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