El Tucuy Ricoc

El Tucuy Ricoc

Era el supervisor imperial, “el que todo lo ve y todo lo oye”, ojos y oídos del Inca. En efecto, los Tucuy Ricoc eran los funcionarios que periódicamente visitaban una determinada provincia o huamani del Imperio, por expreso mandato del Sapainca, carecía de poder militar; empero en caso de necesidad ejercía función de gobierno quitando y poniendo a los Curacas, como lo veremos luego.

Se función principal era de ver si las disposiciones del Sapainca se cumplían y si las autoridades cumplían fielmente su labor. En csao contrario, podían destituir Curacas y disponer castigos, cuando el Tucuy Ricoc extremaba su celo vigilante era al tiomar cuenta a los Curacas, a los cuales castigaba sin miramientos por cualquier falta contra el estado, incluso para ello debía mediar la sentencia del Inca.

Tenía su sede de vigilancia en un lugar determinado, con todo, su jurisdicción abarcaba en veces hasta cincuenta leguas, como por ejemplo el Tucuy Ricoc de Vilcashuamán, que ejercía desde Uramarca a Acos, junto al valle de Jauja.

Cada año, por sí o mediante sus funcionarios delegados, visitaba los lugares de su responsabilidad para recoger el tributo y remitirlo al Cuzco; tenía otras funciones; podían casar parejas y ejercer justicia al punto de poder condenar a muerte a los culpables. Como autoridad casamentera tomaba el nombre de Huarmicoco o Repartidor de mujeres, como juez criminal lo llamaban Taripa Camayoc. Visitaba también las obras públicas y recomendaba las medidas a tomar sobre determinados trabajos, estaba encargado del cobro del tributo.

El éxito del Tucuy Ricoc radicó en su independencia, puesto que su única autoridad era el Inca, con tan omnímodo poder, tenía visos de tiempo, a criterio del Sapainca, era cambiando, donde no llegaban ellos mandaban a sus lugartenientes o Michos para que apreciasen de cerca los tambos y almacenes, los ganados y sementeras, la integración de las mitas y todo lo relativo al orden y buen funcionamiento del Ayllu.

El Tucuy Ricoc no tenía cargo perpetuo, tampoco hereditario, entre sus muchos privilegios estaba el vajar en hamaca, su persona era respetada por cuanto representaba al mismo Inca. Tenían relación directa sólo con el Inca y únicamente de él recibían órdenes y sólo a él le daban cuenta de lo observado y actuado.
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